"Sólo hacen falta dos cosas para escribir: tener algo que decir, y decirlo." Oscar Wilde

jueves, 9 de abril de 2015

¿En papel o en digital?

Nada hay comparable al tacto del papel, a pasar las hojas, a ir a la librería o a la biblioteca a por un ejemplar, o dejarlo en la estantería de tu casa. Pero también hay quien dice, que quien prueba un lector digital (ebook reader), ya no se separa de él.

 

¿En papel o en digital?

Un libro de papel siempre tendrá más peso (en todos los sentidos) que un libro digital, porque es algo tangible, algo que parece que le da un valor añadido a una narración. Yo me di cuenta de esto el día que publiqué mi primer libro en papel. Antes había publicado solo en formato electrónico y (fijaos que tontería) solo me pareció que me había consagrado el día que tuve un ejemplar de mi autoría entre mis manos, como si hubiera parido un hijo (a pesar de que ya había parido antes en formato ebook).

Un libro de papel puedes leerlo, releerlo, prestarlo, venderlo, intercambiarlo... Un libro de papel ocupa un espacio físico en tu casa, y a mí, personalmente, me gusta saber que hay gente que tiene algo mío ocupando un espacio físico en alguna estantería de su casa, aunque acumule polvo y no lo lea nadie durante décadas. Pero más allá de ese narcisismo, y del hecho de poder presentar el libro en alguna feria, evento literario o posar en una foto con él, no le veo más ventajas que a un libro electrónico; es más, le veo ciertos inconvenientes que a la larga serán fatales para el devenir de la supremacía del papel.

Bueno, me he olvidado de otra cosa: el libro de papel se puede regalar..., sobre todo el 23 de abril.

23 de abril, día del libro

Así, lo que enaltece al papel, también lo hunde... Su peso. Sí, un libro de papel pesa, y ocupa espacio; esa es su maldición. En un mundo tan cambiante y efímero, en una sociedad tan empobrecida como la que nos está tocando vivir, un libro de papel se ha convertido en un artículo de lujo, porque cuesta bastante más que uno digital y porque pesa... Pesa a la hora de hacer mudanzas (numerosas comparadas con las que tuvieron que hacer nuestros antepasados), les pesa a las estanterías baratas de contrachapado que adornan nuestras paredes (no hay pasta para comprar buenas de roble o de haya), y le pesa sobre todo a nuestros bolsillos (¡puta crisis!).

El libro electrónico en cambio, a pesar de su frialdad y de la friolera de su desembolso inicial, resulta tener después sustanciales ventajas. No pesa, apenas ocupa y tiene gran memoria; tanta que en sus entrañas cabe una biblioteca casera entera. Nos lo podemos llevar a cualquier sitio (son de formato de bolsillo) sin la necesidad de cargar con una maleta extra para nuestro entretenimiento lector. Podemos descargar gratis (por haber expirado los derechos de autor) los grandes clásicos de la literatura y si queremos uno moderno sin recurrir a la piratería, pagaremos mucho menos que por su homólogo de papel.

Las desventajas son, como no, también evidentes: si nos acostumbramos a lo gratis nos costará pagar para comprar libros legales y buscaremos copias ilegales (o nos aficionamos a los clásicos, ¡cosa rara!). Esto provocará que los autores vivos también se mueran (de hambre) y pasen a ser clásicos desconocidos.

Papel vs digital

Otra desventaja es que el hecho de comprar un libro de papel nos obliga en cierta medida a terminar de leerlo aunque no nos guste mucho al principio, pero tal vez sí al final y nos sorprenda. Cosa que no sucede con los libros electrónicos, que si no nos engancha en los tres primeros párrafos, lo borramos y pasamos al siguiente.

El último argumento es ecológico, relacionado con la tala de árboles para crear libros de papel, pero eso no creo que tenga tanto «peso».

Yo por vanidad, y porque soy muy kinestésico y me gusta tocar, me quedo con los libros de papel, a pesar de que uso mucho el electrónico (cada vez más), y la sensación de poder que me da tener en la palma de mi mano una biblioteca tan grande como la de Alejandría (si el reader tiene wifi o si leemos desde nuestro smartphone a pesar de dejarnos la vista) no tiene precio.

¿Y tú, que prefieres, papel o digital?

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