—¿Se sabe algo de la decisión del Consejo? —preguntó Kanshidú en un tono que denotaba hastío.
—Aún no —respondió Enmen calmadamente—. Te noto muy tenso últimamente, te convendría no involucrarte tanto con este asunto; llevamos cuatro siglos en este planeta, y tres planteándonos la posibilidad de manipular genéticamente a los mesh; pero ya sabes que la decisión no es sencilla, ni nos corresponde a nosotros tomarla.
—Lo sé, pero veo tantas ganancias en ello, que los beneficios superan con creces cualquier cuestión moral. Esta raza está perdida sin nuestra ayuda; necesitarían millones de años de evolución natural para llegar a donde nosotros podríamos conducirla en unas pocas generaciones. Además, en este planeta tan rico en recursos, es un imperativo para nosotros disponer de mano de obra abundante y fácilmente manipulable.
—Aún no —respondió Enmen calmadamente—. Te noto muy tenso últimamente, te convendría no involucrarte tanto con este asunto; llevamos cuatro siglos en este planeta, y tres planteándonos la posibilidad de manipular genéticamente a los mesh; pero ya sabes que la decisión no es sencilla, ni nos corresponde a nosotros tomarla.
—Lo sé, pero veo tantas ganancias en ello, que los beneficios superan con creces cualquier cuestión moral. Esta raza está perdida sin nuestra ayuda; necesitarían millones de años de evolución natural para llegar a donde nosotros podríamos conducirla en unas pocas generaciones. Además, en este planeta tan rico en recursos, es un imperativo para nosotros disponer de mano de obra abundante y fácilmente manipulable.