Hay sobre la faz de la Tierra lugares mágicos, misteriosos y fascinantes. Uno de ellos, y no muy conocido, está situado en el complejo nurágico de Santa Cristina, en Paulilatino (Cerdeña).
Se trata de una construcción de la cultura nurágica, de finales de la edad del bronce, datada en el siglo XI a. C. aproximadamente. En teoría, se trata de un pozo para dar culto al agua, y no solo para recoger agua, ya que su estructura de hipogeo y su orientación astronómica, nos hacen pensar en cierta función religiosa.
Lo cierto es que su entrada triangular y sus bloques perfectos de basalto, dan la sensación de haber pertenecido a una civilización avanzada y remota. La primera impresión que tuve al acercarme a la entrada del pozo fue la de hallarme ante una construcción de la mítica Atlántida, ante una pirámide de Egipto o ante una puerta al inframundo, a las entrañas de la tierra. Mientras descendía por sus escaleras me sentí como Ulises en su descenso al Averno en busca del adivino Tiresias, pero el descenso no es demasiado largo, y 24 escalones después me hallaba al borde del agua del pozo, agua sagrada que durante más de 3000 años ha sido la deidad de ese lugar.
El pozo parece cubierto, pero en su bóveda hay un pequeño orificio que desvela un gran misterio. Ese agujero no es para recoger agua, como se pueda pensar, sino que fue diseñado con otros objetivos. La guía nos dijo, que cada ciertos años, la Luna se alinea con el pozo. Eso ha de ser un espectáculo maravilloso, el pozo alumbrado por luz lunar. Pero según otros estudiosos, se producen más alineamientos astronómicos que siguen siendo un enigma, y que otorgan amplios conocimientos a sus constructores.
Pero sin duda, una de las vistas más espectaculares es mirar hacia atrás, una vez en el interior del pozo, y ver la entrada como si fuera una gran ventana triangular, que te hace perder la noción del tiempo y el espacio.
Por si fuera poco, el complejo nurágico está plagado de más restos arqueológicos de interés. Numerosos restos del poblado y un nuraghe impresionante y bien conservado. Entrar dentro del nuraghe también fue otra experiencia impresionante, ya que podía sentir esa magia que otorgan las construcciones milenarias.
Todo el entorno está cubierto por una espesa y sombría vegetación de un color verde intenso, y no lejos de allí hay un monumento vivo, un olivo que se estima tenga mil años de vida.
Por último, cabe destacar también el poblado cristiano que se halla en su seno, de gran belleza, en el que se encuentra la iglesia edificada en honor a Santa Cristina de Bolsena, la mártir cristiana del siglo III que da nombre al lugar.
Si algún día viajáis a la isla de Cerdeña, no dejéis de visitar este increíble lugar, merece la pena.
Se trata de una construcción de la cultura nurágica, de finales de la edad del bronce, datada en el siglo XI a. C. aproximadamente. En teoría, se trata de un pozo para dar culto al agua, y no solo para recoger agua, ya que su estructura de hipogeo y su orientación astronómica, nos hacen pensar en cierta función religiosa.
Lo cierto es que su entrada triangular y sus bloques perfectos de basalto, dan la sensación de haber pertenecido a una civilización avanzada y remota. La primera impresión que tuve al acercarme a la entrada del pozo fue la de hallarme ante una construcción de la mítica Atlántida, ante una pirámide de Egipto o ante una puerta al inframundo, a las entrañas de la tierra. Mientras descendía por sus escaleras me sentí como Ulises en su descenso al Averno en busca del adivino Tiresias, pero el descenso no es demasiado largo, y 24 escalones después me hallaba al borde del agua del pozo, agua sagrada que durante más de 3000 años ha sido la deidad de ese lugar.
El pozo parece cubierto, pero en su bóveda hay un pequeño orificio que desvela un gran misterio. Ese agujero no es para recoger agua, como se pueda pensar, sino que fue diseñado con otros objetivos. La guía nos dijo, que cada ciertos años, la Luna se alinea con el pozo. Eso ha de ser un espectáculo maravilloso, el pozo alumbrado por luz lunar. Pero según otros estudiosos, se producen más alineamientos astronómicos que siguen siendo un enigma, y que otorgan amplios conocimientos a sus constructores.
Pero sin duda, una de las vistas más espectaculares es mirar hacia atrás, una vez en el interior del pozo, y ver la entrada como si fuera una gran ventana triangular, que te hace perder la noción del tiempo y el espacio.
Por si fuera poco, el complejo nurágico está plagado de más restos arqueológicos de interés. Numerosos restos del poblado y un nuraghe impresionante y bien conservado. Entrar dentro del nuraghe también fue otra experiencia impresionante, ya que podía sentir esa magia que otorgan las construcciones milenarias.
Todo el entorno está cubierto por una espesa y sombría vegetación de un color verde intenso, y no lejos de allí hay un monumento vivo, un olivo que se estima tenga mil años de vida.
Por último, cabe destacar también el poblado cristiano que se halla en su seno, de gran belleza, en el que se encuentra la iglesia edificada en honor a Santa Cristina de Bolsena, la mártir cristiana del siglo III que da nombre al lugar.
Si algún día viajáis a la isla de Cerdeña, no dejéis de visitar este increíble lugar, merece la pena.
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