No hay nada más doloroso que decir adiós a quien todavía quieres.
El adiós es algo definitivo, no es un «hasta luego», un «hasta otra» o un «hasta la vista».
Adiós significa despedirte, quizá para siempre, de alguien a quien amas, pues, ¿qué valor tiene decirle adiós a quien no amas?
«Adiós» es algo definitivo, a pesar de que se use habitualmente como algo no definitivo.
La palabra adiós deriva del «a Dios te encomiendo», de ahí su carácter lapidario.
El adiós tiene siempre el peso del «último adiós», que es solo uno, pues si así no lo fuera, sería un «hasta luego».
El adiós de las despedidas es doloroso y paradójico, pues a pesar de que algo se muere en nosotros cuando decimos adiós a quien queremos, esa persona vive por siempre en nuestro corazón, se vuelve eterna.
Aimar Rollán
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