Hace poco me impactó una imagen que vi por televisión de los refugiados sirios, y eso me hizo acordarme de «la metáfora del cuarto de baño», planteada por el genial escritor Isaac Asimov.
«Si dos personas viven en un apartamento y hay dos cuartos de baño, entonces los dos tienen libertad para usar el cuarto de baño cuantas veces quieran y pueden estar en el cuarto de baño todo el tiempo que deseen y para lo que deseen usarlo. Y todo el mundo cree en el derecho a cuarto de baño y en la libertad a usarlo cuando le apetezca, nadie está en contra de eso, todos creemos que debería estar hasta en la Constitución.
Pero si hay veintidós personas en el apartamento y solamente dos cuartos de baño, no importa cuánto crea la gente en la libertad y el derecho a cuarto de baño, porque tales cosas no existen. Entonces hay que establecer turno para cada persona para usar el baño, se tienen que establecer normas como que no puedes usarlo para cortarte las uñas, solo para necesidades y ducharte, lo que tendrás que hacer en poco tiempo… tienes que golpear la puerta para entrar… “¿Aún no estás listo?”… y así.
De la misma manera la democracia no sobrevive cuando hay superpoblación. La dignidad humana no puede sobrevivir a ello. La comodidad y la decencia no pueden sobrevivir a ello. A medida que crece la población planetaria el valor de una vida no solamente declina, sino que al final desaparece. Ya no importa si alguien muere. Cuanta más gente hay, menos importa cada individuo».
Isaac Asimov
Sin duda alguna esa metáfora nos da mucho que reflexionar... Podría dar mi propia opinión, pero creo que ese breve texto lo resume todo. Es triste, pero si cada individuo no posee su propio espacio vital y «su cuarto de baño», cada vez todo importa menos hasta el punto que ya nos es indiferente si alguien muere. Cada 40 años aproximadamente, se dobla la población mundial, y si no cambia nuestra forma de gestionar el mundo y sus recursos, tendremos muchos más graves problemas de los que ya tenemos.
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