"Sólo hacen falta dos cosas para escribir: tener algo que decir, y decirlo." Oscar Wilde

sábado, 14 de julio de 2018

Hasta que el cuerpo aguante

“Hasta que el cuerpo aguante”, ese debería de ser el primero de todos los mandamientos; la más importante de todas las instrucciones: “Vivirás en este planeta al que has sido arrojado, hasta que el cuerpo aguante”.


Jamás precipitaremos antes nuestra huida de este planeta, nuestro fin de la partida, nuestra vuelta a casa… Estaremos aquí hasta que el cuerpo aguante.

No importa cuán duro la vida golpee.
No importa cuánto nos queme la vida en la piel.
No importan las tormentas emocionales que a veces nos sumen en la desesperación.
No importa que el cuerpo esté quebrado y el ánimo destruido.
No importa que el suelo nos abrase los pies.
No importa que no nos podamos mover.

Estaremos por aquí, rondando, hasta que el cuerpo aguante.

Hasta que el cuerpo aguante

¿Por qué digo esto? Porque la vida no siempre va bien; porque la vida, a pesar de ser maravillosa, sumamente maravillosa —que nadie tenga ninguna duda de esto—, a veces nos regala duras lecciones en forma de enfermedades, accidentes, rupturas emocionales, muertes de seres queridos, quiebras económicas, hambre, sed, dolor, penurias, infortunios y tribulaciones; y muchas personas, demasiadas, se quitan la vida por su propia mano, en uno de los actos más deplorables que existen: el suicidio. Y uno se puede suicidar de forma súbita, o lentamente.

No importa cuán duro te estrangule la vida, ¡aguanta!, ¡resiste! ¡Hasta que el cuerpo aguante!
¿Qué hace falta para ello? Dos cosas: resistencia y resiliencia. Resistencia física y resiliencia anímica, para soportarlo todo, hasta que el último soplo de resistencia y resiliencia expiren, y nos hagan regresar al Reino del que partimos.

Todos nos vamos a morir, esa también es una realidad, pero debemos esperar hasta que llegue nuestra hora de partir, bien sea porque el cuerpo no aguanta más de viejo, porque no soporta una terrible enfermedad, porque un accidente físico lo destroza hasta el punto de no poder seguir viviendo, o porque nuestro corazón se detiene… Pero siempre, recuérdalo, hasta que el cuerpo aguante, no antes.

Aquí estamos para disfrutar de la vida y para aprender el máximo número de lecciones que podamos, mientras nuestro cuerpo físico resista las inclemencias del tiempo y de los años. Hay lecciones muy llevaderas y placenteras, al igual que hay lecciones terribles. Bien sabido es que lo agradable es fácil de soportar y que nadie que viva bien desea morir; mas también es cierto que ante el infortunio y las duras lecciones que la vida a veces también nos da, uno desea regresar al hogar de dicha de donde surgimos, abandonando este valle de lágrimas, esta escuela de lecciones dulces y amargas, este escenario donde los seres nos convertimos en personas que, con una máscara en la cara, interpretamos personajes de teatro, ora en comedias, ora en tragedias.

Disfruta plenamente la vida sin perder tu ética y moral. ¡Vive y aprovecha al máximo tratando de aprender las lecciones que la vida te ponga enfrente, y encara con valor todo lo que ante ti se revela!

¿Hasta cuándo? Lo he dicho muchas veces ya: hasta que el cuerpo aguante.


Aimar Rollán
Fragmento del libro Reflejos

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