"Sólo hacen falta dos cosas para escribir: tener algo que decir, y decirlo." Oscar Wilde

jueves, 5 de febrero de 2015

Gobernar un avión y gobernar un país

Este promete ser un año muy activo políticamente y de grandes cambios sociales. La crisis económica mundial ha producido mucho descontento en la población, y en breve nos tocará decidir sobre nuestro futuro gobierno.


Yo no sé mucho de política, pero sí un poco sobre analogías y juegos de palabras. Esta reflexión me surgió hace poco a consecuencia de la siguiente anécdota:

Gobernar un avión


Tenía que coger un avión y a mí no me gusta nada volar, lo llevo bastante mal, pues en cada vuelo me entra un poco de ansiedad y me da la sensación de que el avión se va a estrellar, de que he llegado al final de mi vida.

Bien, pues estábamos sentados en nuestros asientos, cerca de las primeras filas, esperando que la gente terminara de embarcar y comenzar el despegue. A mi ya me estaban entrando los siete males de Egipto, sudores fríos, temblores y pensamientos negativos. Comencé a hacer unas cuantas respiraciones de yoga para controlarme, y en ese momento se asomaron un instante al pasillo el comandante y algunos miembros de la tripulación.

Vaya cara de capullo que tiene el comandante me dijo mi novia en voz baja.

Mientras sepa volar, que tenga la cara que quiera le respondí yo mientras seguía con las respiraciones.


Visto desde cierta perspectiva, gobernar un avión es similar a gobernar un país. Tal vez la única diferencia es que si se gobierna mal un avión, la muerte es casi segura; si se gobierna mal un país, nuestra integridad física no está tan comprometida a no ser que nos muramos de hambre a la larga o de forma violenta por el caos generado por un gobierno nefasto, pero el descalabro es monumental en cualquier caso.

Podríamos hacer la siguiente analogía:

- La compañía aérea es el partido político.
- El comandante es el presidente.
- La tripulación es el equipo de gobierno (ministros, senadores, alcaldes, consejeros, funcionarios...).
- El avión es el país.
- La carga son los bienes económicos.
- Los pasajeros somos nosotros, los ciudadanos.
 
Gobierno de un país y tripulación de vuelo

Basado en esto, vamos a hacer las siguientes reflexiones, que espero nos ayuden a votar en las próximas elecciones con sentido común (el menos común de los sentidos).

Para mí, sin duda lo más importante es que los pasajeros lleguen sanos, salvos y enteros a su destino (con que no se estrelle el avión me vale). Tal vez para otras personas, otros detalles sean más importantes, en ese caso cada uno tiene que construirse una escala de valores y ser consecuente con ella.

Compañía aérea


Me es absolutamente indiferente en qué compañía aérea volar, salvo en las low cost, en las que me da un poco más de reparo, pero si llevan tiempo en el mercado y han demostrado fiabilidad, les doy un voto de confianza. No estoy casado con ninguna compañía aérea, ni tengo acciones de ninguna ni ningún familiar o amigo al que beneficiar si vuelo con tal o cual compañía. Tampoco tengo compromiso de fidelidad; si he volado en el pasado con una compañía, no tengo porque seguir volando con ellas por tradición, con más razón aun si tengo la experiencia de volar mal con ellos. Por lo tanto, escogeré una u otra en función del precio, del horario o de las ofertas. Es decir, escogeré la que más me convenga para un determinado viaje, y en igualdad de condiciones, la que más me ofrezca por menos dinero (aunque a veces estoy dispuesto a pagar más si me ofrecen un mejor servicio o mayores comodidades de vuelo).

El comandante


Me da igual la cara que tenga el comandante. Me da igual si es simpático o no; si es querido o no; si es un capullo o un corrupto o no; si sabe hablar bien o no. No voy a hacerme amigo suyo ni a tener ningún tipo de relación con él. Solo le pido una cosa, que vuele bien y que me lleve sano y salvo a mi destino (a ser posible con mi maleta intacta). Lo que sí sé, es que no volaría nunca con un comandante de ideología extrema, no sea que en pleno vuelo le de por apagar el motor derecho y volar solo con el izquierdo (o viceversa).

Comandante de avión y presidente de gobierno


En definitiva, le pido al comandante que esté «centrado» y que sepa volar (gobernar el avión).

La tripulación


Le pido que vele por la seguridad del avión y por el bienestar del pasajero. Vocación de servicio y atención es lo que me importa. Profesionalidad a la hora de ayudar en el gobierno del avión. Y basándonos en la primera premisa, si su actuación sirve para llegar sanos y salvos a nuestro destino, bien efectuada estará su labor, por muy bordes o desagradables que sean algunos azafatos.

El avión


El avión nos puede gustar más o menos; puede ser grande o pequeño, cómodo o incómodo, pero es nuestro avión. Más allá del avión solo hay vacío y muerte segura. Una vez en el aire, el avión es lo más preciado que tenemos, y todos los pasajeros deben, como mínimo, no ponerlo en riesgo. Hay quienes se quieren bajar del avión en pleno vuelo o quienes tratan de destruirlo (suicidas y genocidas); bueno hay de todo en el mundo, pero el resto de personas racionales cuidamos de nuestro avión en pleno vuelo. Hay también mucho inconsciente (por no decir otro nombre) que siguen utilizando sus teléfonos móviles durante el despegue y el aterrizaje, pero la lucha contra la estupidez es sempiterna y poco más podemos hacer.

La carga


Nuestro equipaje y nuestros bienes personales son importantes, pero toman un papel secundario respecto a nuestra integridad física. A mí personalmente, que me pierdan las maletas es lo que menos me preocupa de un vuelo. Habrá gente que no, en ese caso, como he dicho antes, tendrán que tener clara su escala de valores y escoger una compañía cuyo lema principal sea «Aseguramos su equipaje a toda costa» (aunque luego ponga en la letra pequeña que la piel y los huesos no se consideran equipaje).

El pasaje


Los pasajeros somos nosotros; los interesados somos nosotros; los que volamos somos nosotros. El pasaje es lo más valioso del avión y lo que hay que valorar y proteger a toda costa.

Puedes decir:

«¿Qué mas da? Si hoy en día todos los aviones llegan, casi ninguno se estrella, es el destino el que te mata, las mejores compañías aéreas también se estrellan».

Sí, sí, pero hay viajes y viajes. No es lo mismo un vuelo sin incidencias que con incidencias (falta de combustible, mala  planificación, excesivas turbulencias debidas a rutas no planificadas, aterrizajes forzosos, escalas no previstas, intoxicaciones alimentarias debido a alimentos en mal estado, secuestros en pleno avión por falta de seguridad, etc, etc). Claro que llegar llegan casi todos, pero ahora entra en juego la siguiente cuestión en importancia: que el vuelo sea placentero.


Yo voy a construir mi escala de valores de la siguiente manera, en este orden inmutable:

1. Llegar sano y salvo a mi destino.
2. Tener un vuelo agradable y tranquilo, sin incidencias.
3. Que mi equipaje llegue intacto y en el mismo avión que yo.
4. Que no me cueste mucho el billete.



A ti te tocará hacer tu escala de valores y después coger la compañía (partido político) que creas que representará más tus intereses. Evidentemente luego las cosas pueden torcerse, la compañía o el gobernante nos pueden salir rana, como todo en la vida, pero por lo menos habrás decidido (votado) con cabeza y sentido común.

La democracia es formidable, pero lleva asociada un peligro inherente con ella: la demagogia.

Las dos son palabras griegas: demos kratos (la fuerza, el poder o el gobierno del pueblo) y demos agein (manipulación deliberada del pueblo influyendo en sus emociones mediante las ponzoñosas armas de la propaganda y la retórica). La Wikipedia hace una definición fenomenal de lo que es la demagogia, te recomiendo que la leas. 

Demagogia

A raíz de esto, que cada uno valore a quién va a votar en las próximas elecciones. Utilizar el sentido común y no dejarse influenciar por los demagogos. Hacer el ejercicio de informarse sobre todos los partidos políticos y sus programas electorales para después poder votar en consecuencia. Yo lo tengo claro, votaré al que mejor sepa volar, al que mejor represente mis intereses.

Mucha gente no sabe nada de política y vota por impulso, por tendencia, por simpatía hacia un gobernante, porque «esta bien visto ser de izquierdas», por descontento con lo que hay y con la esperanza de que «lo otro» es mejor, o simplemente porque ha sido calada fácilmente por la demagogia.

¿Sabes qué significa «izquierda?
¿Sabes qué significa «derecha»?
¿Sabes qué significa «comunismo»?
¿Sabes qué significa «nacionalismo»?
¿Sabes qué significa «conservador», «liberal», «socialdemócrata»?

En definitiva, ¿sabes algo del partido que vas a votar, aparte de las impresiones subjetivas que puedas tener sobre ellos?

Y es que en eso se basa la demagogia y ese es el arma de los demagogos: el de crearnos impresiones subjetivas sobre las cosas, para que, cual rebaño, impulsados por nuestras emociones vayamos a donde a ellos les interesa que vayamos. Hay que ser ante todo crítico, estar bien informado y tomar decisiones basadas en la razón y no en impulsos viscerales o emocionales.

Tenemos una difícil papeleta amigos, ya que no tenemos (a día de hoy) ninguna compañía buena con la que volar. Pero hay veces en la vida en que no se puede elegir entre lo bueno y lo malo, sino entre lo malo y lo menos malo. Votemos con cabeza.

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