Hoy, 22 de septiembre del 2020, se produce el equinoccio de otoño en el Hemisferio Norte. Es importante tomar conciencia de este suceso astronómico, ya que el Sol, cada año nos muestra su sabiduría a través de su danza cíclica en el cielo.
Equinoccio significa 'igual noche', ya que la duración del día y de la noche son iguales durante los dos equinoccios, el de primavera y el de otoño. Durante los equinoccions hay un equilibrio entre la noche y el día, entre la luz y la oscuridad. Ese equilibrio dura poco, pues en el caso del equinoccio de otoño, las sombras van ganando terreno, mientras en el de primavera, es la luz la que avanza, día a día, hasta llegar al solsticio de verano, en el cenit del año.
Es importante darse cuenta de que todo en la vida no es lineal, sino cíclico. Todo funciona por ciclos de tiempo, que vuelven, que se renuevan, que se suceden, que regresan... Ciclos que indican diferentes etapas, periodos, situaciones, edades...
Hay un tiempo para la primavera, un tiempo para el verano, un tiempo para el otoño y un tiempo para el invierno. Quien no comprende esto, aún no comprende los secretos de la vida. Hay un tiempo para la niñez, para la adolescencia, para la madurez, para la vejez... Quien no comprende esto, lejos está de la sabiduría. "Hay un tiempo para cada cosa, y una cosa para cada tiempo", recuerda bien este refrán popular.
El verano, la época luminosa y plena, no puede durar para siempre; ha de dejar paso al otoño. Pero no para siempre, nada es lineal; solo hasta el próximo verano. Solo hasta el próximo ciclo; hasta que el tiempo, en su renovación, vuelva a su misma posición.
Hoy entramos en el punto cero de libra, en su oposición al punto cero de aries (que marca el inicio del año astronómico). El sol sigue cayendo hacia el invierno, hacia su punto más bajo y peligroso, pero no para siempre, solo hasta el próximo ciclo.
El verano pasó, ahora toca prepararse para el otoño. Toca aceptar ciertas cosas, toca, quizá, abandonar la alegría opulosa del verano, para a modo de transición, prepararnos para la seriedad del invierno. Toca, quizá, dejar las niñerías para pasar a la edad adulta. Toca, quizá, hacer frente a cargos de responsabilidad y madurez.
El 2020 parece que pasará a la historia como un año difícil, pero no será el primero ni el último. No os preocupéis, la primavera y el verano volverán. Olvidad el pensamiento lineal; adoptad el pensamiento cíclico. Esto pasará, igual que ha pasado otras veces. Las pandemias llegan, se quedan y se van; las crisis económicas, al igual que el Sol en el cielo, alcanzan su apogeo, su cenit, para luego descender hasta su ocaso. Pero no para siempre, no, solo hasta el próximo ciclo. Nada nuevo hay bajo el sol.
Así que prepárate para el otoño, con su belleza y particularidades. Prepárate también para el invierno, que llegará tras el otoño; y nuevamente no pierdas la esperanza aunque las cosas se pongan feas y oscuras, porque la primevera volverá. Volverá..., y volverá a marcharse para dar paso a la siguiente estación, en unos ciclos perfectos de renovación, en los que nosotros, como actores, pasearemos por ellos, con excesiva euforia o angustia quizás, si olvidamos esta ley cíclica, si perdemos el equilibrio. Pero para eso está el maestro Sol, para recordarnos a través de sus equinoccios la importancia de mantener el equilibrio, sean las circunstancias que sean.
Aimar Rollán
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