"Sólo hacen falta dos cosas para escribir: tener algo que decir, y decirlo." Oscar Wilde
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martes, 22 de septiembre de 2020

Equinoccio de otoño

 Hoy, 22 de septiembre del 2020, se produce el equinoccio de otoño en el Hemisferio Norte. Es importante tomar conciencia de este suceso astronómico, ya que el Sol, cada año nos muestra su sabiduría a través de su danza cíclica en el cielo.


Equinoccio significa 'igual noche', ya que la duración del día y de la noche son iguales durante los dos equinoccios, el de primavera y el de otoño. Durante los equinoccions hay un equilibrio entre la noche y el día, entre la luz y la oscuridad. Ese equilibrio dura poco, pues en el caso del equinoccio de otoño, las sombras van ganando terreno, mientras en el de primavera, es la luz la que avanza, día a día, hasta llegar al solsticio de verano, en el cenit del año.

Equinoccio de otoño

Es importante darse cuenta de que todo en la vida no es lineal, sino cíclico. Todo funciona por ciclos de tiempo, que vuelven, que se renuevan, que se suceden, que regresan... Ciclos que indican diferentes etapas, periodos, situaciones, edades...

Hay un tiempo para la primavera, un tiempo para el verano, un tiempo para el otoño y un tiempo para el invierno. Quien no comprende esto, aún no comprende los secretos de la vida. Hay un tiempo para la niñez, para la adolescencia, para la madurez, para la vejez... Quien no comprende esto, lejos está de la sabiduría. "Hay un tiempo para cada cosa, y una cosa para cada tiempo", recuerda bien este refrán popular.

El verano, la época luminosa y plena, no puede durar para siempre; ha de dejar paso al otoño. Pero no para siempre, nada es lineal; solo hasta el próximo verano. Solo hasta el próximo ciclo; hasta que el tiempo, en su renovación, vuelva a su misma posición.

Hoy entramos en el punto cero de libra, en su oposición al punto cero de aries (que marca el inicio del año astronómico). El sol sigue cayendo hacia el invierno, hacia su punto más bajo y peligroso, pero no para siempre, solo hasta el próximo ciclo.

El verano pasó, ahora toca prepararse para el otoño. Toca aceptar ciertas cosas, toca, quizá, abandonar la alegría opulosa del verano, para a modo de transición, prepararnos para la seriedad del invierno. Toca, quizá, dejar las niñerías para pasar a la edad adulta. Toca, quizá, hacer frente a cargos de responsabilidad y madurez.


El 2020 parece que pasará a la historia como un año difícil, pero no será el primero ni el último. No os preocupéis, la primavera y el verano volverán. Olvidad el pensamiento lineal; adoptad el pensamiento cíclico. Esto pasará, igual que ha pasado otras veces. Las pandemias llegan, se quedan y se van; las crisis económicas, al igual que el Sol en el cielo, alcanzan su apogeo, su cenit, para luego descender hasta su ocaso. Pero no para siempre, no, solo hasta el próximo ciclo. Nada nuevo hay bajo el sol.

Así que prepárate para el otoño, con su belleza y particularidades. Prepárate también para el invierno, que llegará tras el otoño; y nuevamente no pierdas la esperanza aunque las cosas se pongan feas y oscuras, porque la primevera volverá. Volverá..., y volverá a marcharse para dar paso a la siguiente estación, en unos ciclos perfectos de renovación, en los que nosotros, como actores, pasearemos por ellos, con excesiva euforia o angustia quizás, si olvidamos esta ley cíclica, si perdemos el equilibrio. Pero para eso está el maestro Sol, para recordarnos a través de sus equinoccios la importancia de mantener el equilibrio, sean las circunstancias que sean.


Aimar Rollán

sábado, 24 de junio de 2017

Solsticio de verano

Llegamos a la época en la que los días son los más largos del año, y las noches las más cortas, en el Hemisferio Norte de este planeta nuestro, llamado Tierra.


Al igual que sucedía durante el solsticio de invierno, en un evento astronómico similar pero antagónico, el Sol llega al cenit de su recorrido el día 21 de junio, donde permanece estático (sol sistere) en pleno apogeo de su luminosidad. Durante varios días parece que no se mueve… ¿Seguirá ascendiendo? ¿Comenzará a caer? Por ello en la víspera de la noche del 24 se celebra la fiesta del fuego, la noche mágica de San Juan.

Solsticio de verano

En esta época todo está álgido, todo en plenitud… El calor la sangre altera, las posibilidades de ascenso son mejores que en el resto del año, las posibilidades de enamorarse, de emparejarse, de relacionarse con el sexo opuesto, de ascender en el trabajo o de encontrar uno nuevo, de emprender proyectos, de ser más feliz incluso, pues todo es más luminoso, más cálido, más esperanzador.

¡Pero cuidado! ¡Cuidado con las apariencias y mantén la guardia alta! Pues a partir de hoy el Sol empieza a caer; a partir de hoy las tinieblas le empiezan a ganar el pulso, hasta llevarlo a su ocaso en el solsticio de invierno, en un ciclo perfecto de renovación del tiempo.

En la plenitud se encuentra la degeneración; en la plenitud del Sol, las huestes de las tinieblas aprovechan su cegador brillo para rearmarse y orquestar su plan de victoria. El Maestro de Mentiras aprovecha la ceguera y embriaguez de los hombres para asestar su golpe fatal. No bajes la guardia, no obstante, disfruta del verano, de estas horas luminosas y cálidas del Sol de Dios (Sun of God or Son of God).

Desde tiempos inmemoriales el verano ha sido una época feliz, de festejo, disfrute y cosecha. Desde la era glacial, en la que esta era la única estación clemente del año hasta nuestros días, en los que la sangre alterada y el vigor acrecentado, nos hacen crear «más posibles» que durante el resto del año.

Pero recuerda también el simbolismo de la noche de San Juan, donde la gente era consciente de que el Sol comenzaba a perder fuerza y para frenar a las legiones del inframundo, encendían hogueras, no para quemar los libros del curso escolar pretérito, sino para darle fuerza al Sol, para acrecentar la luminosidad del mundo en una noche oscura y peligrosa.

Noche de San Juan

Así que disfruta plenamente de estos días, semanas y meses que el Sol nos brinda, mas no bajes la guardia y prepárate para la caída. Mantén tu espada presta y afilada. No pierdas de vista al Maestro de Marionetas para que no te traicione y trata de rasgar el velo, para salir de este ciclo infinito de solsticios, de ascensiones y caídas, de penas y glorias, de apogeos y ocasos, de luz y de oscuridad.

«No importa cuán oscura sea la noche, espero el alba, y aquéllos que viven en el día esperan la noche. Por tanto, regocíjate, y mantente íntegro, si puedes, y devuelve amor por amor». Giordano Bruno

Aimar Rollán

martes, 20 de diciembre de 2016

Solsticio de invierno

Como cada año, el Sol en su recorrido, llega a este punto invernal, a su momento más oscuro, al solsticio de invierno, donde, en el hemisferio norte, se produce la noche más larga, o el día más corto, según se mire.


Este día del año, 21 de diciembre, desde un punto de vista simbólico, es uno de los más importantes, y casi todas las culturas de todas las épocas, rinden homenaje a este día tan señalado.

Solsticio de invierno

La palabra «solsticio» deriva del latín sol sistere, y significa «sol quieto», y en este día, el Sol alcanza el apogeo de su caída; caída que comienza en el solsticio de verano, justo cuando llega a su cenit; como todo… Todo lo que alcanza su apogeo, cae inmediatamente, al igual que todo lo que alcanza su mayor caída, renace, y remonta el vuelo.

Sí, en este punto, el Sol ya no puede caer más bajo, y permanece durante unos días estático, sin moverse, quieto (solsticio), en una incertidumbre… ¿Seguirá cayendo?, ¿se parará eternamente?, ¿remontará…? Sí, después de tres días, en el amanecer del 25 de diciembre, siempre remonta, siempre renace, siempre comienza a elevarse y a acortar las noches (o alargar los días), tímidamente al principio, como niño, pero con fuerza y firmeza a medida que acaba el invierno. Sí, a partir de ese día comienza a ganarle el pulso a la oscuridad hasta que llega a su apogeo (el solsticio de verano), donde empieza a perder el pulso y la oscuridad comienza de nuevo a ganarle terreno. Esto sucede siempre, cada año, en un ciclo perfecto de renovación del tiempo.


Este año 2016, he sentido en mis propias carnes este viaje del Sol. Comencé a caer en verano, cuando el Sol estaba más alto y luminoso; y no fue una caída progresiva, no, fue una caída vertiginosa, casi en vertical. Fui cayendo durante semanas y meses, pensando que quizá no había fondo, que me había precipitado a los abismos más profundos. Pero siempre hay fondo, y la velocidad que había alcanzado, velocidad terminal por cierto, ya que no podía descender más deprisa debido al rozamientos con el aire, me empezaba a dar vértigo. Creía que cuando tocase fondo, el golpe sería mortal de necesidad.

Toqué fondo… Un poco antes del solsticio de invierno… Algo no cuadraba… El golpe fue monumental y sentí crujir todos mis huesos, al igual que un resquebrajo en mi corazón. Esperaba una herida más profunda, o era que tal vez mi cuerpo ya se había acostumbrado a las heridas en combate… Entonces descubrí lo que sospechaba, que no había tocado fondo todavía… Había ido a parar a un falso suelo, que se resquebrajó bajo mis pies para volver a caer en otra caída vertical.

Guerrero herido

Hoy sí he tocado fondo, hoy, en el umbral del solsticio de invierno, a la sombra de la noche más larga. El golpe ha sido tan doloroso que apenas me ha dolido… Mi cuerpo se ha desintegrado. Pero he visto, como otras veces a lo largo de mi vida, al ave Fénix que hay en mí salir de mi interior para preparar un pira con los restos de mi yo inferior. Con una chispa, procedente de mi corazón, se incendiará y se quemará durante los próximos días, para, en un nuevo amanecer, renacer de nuevo, más fuerte, bello y sabio que antes.

Así, me despido del 2016 con alguna cicatriz imborrable, pero con alegría, fe, esperanza y amor... Y espero al 2017 con fuerza renovada y con éxito asegurado.

Feliz solsticio de invierno, y feliz navidad.

Aimar Rollán