"Sólo hacen falta dos cosas para escribir: tener algo que decir, y decirlo." Oscar Wilde

viernes, 23 de enero de 2015

Grecia, el pequeño país de gigantes

La antigua y pequeña Grecia fue un país de enorme influencia para la humanidad. Si ahora es pequeña (en cuanto a dimensión y población), antaño lo fue más debido a que no eran un país como tal, sino una suma de «Ciudades Estado» que con el tiempo formaron algo parecido a una nación.

Grecia antigua, Grecia nueva

Si uno mira el mapa, es un país realmente pequeño..., y sin embargo, fue cuna de gigantes.

En su seno nació la mitología griega, la Ilíada y la Odisea, la democracia, la tragedia, el teatro, la filosofía, la ciencia, la medicina hipocrática...

Aquel minúsculo país resistió el embate del gran ejército Persa en las Termópilas, en Maratón y en Salamina.

Aquel pequeño país vio nacer a Alejandro el Grande, y él, junto a su ejército griego conquistó el mundo conocido y expandió la luz del Helenismo.

La lengua griega, de excelente y cultísima expresión, origen de nuestro actual alfabeto, fue la que recogió (con ayuda de tinta y pergamino) el Nuevo Testamento, el pensamiento de Platón (que influyó durante el primer milenio de la era cristiana) y el de Aristóteles (que influyó durante el segundo milenio de nuestra era).

Grecia que influyó tanto en Roma...

Nuestra cultura occidental es heredera de la cultura Helena; Helena, la argiva que rivalizó con Afrodita y provocó la guerra de Troya.

Grecia que tanto afloró en la antigüedad, se sumió después en una profunda oscuridad, en una espiral de anonimato, de decadencia y de escasa influencia sobre el devenir del mundo.

Durante dos mil años, Grecia, el pequeño país de gigantes, no volvió a parir a ningún Titán que cambiase el mundo. Pero todo lo que sube baja, todo asciende y decae, todo florece, se marchita y renace...

Rapto de Europa
El rapto de Europa, de Rubens
Y así, tal vez; y solo tal vez, todo el peso de esa historia y de esos gigantes que en su día caminaban codo con codo con los dioses, despierten de su sueño milenario y planten la semilla que sea el germen de un futuro cambio, a mejor esperemos, en Europa (Europa que por cierto fue griega también y que es la que da nombre al continente).

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